
vISITANTE N°
La verdad hace libre
CIENCIA
¿ES LA FE RELIGIOSA O SOLO UNA FUNCIÓN DEL CEREBRO?
La religión, se nos dice, tiene una explicación científica; así que no necesitamos la hipótesis de Dios. Pero, ¿es así? Este artículo por Paul Copan revisa la presunta evidencia y luego responde a ella.
Los “nuevos ateos” tienden a ser matamoros, mal humorados. Aun los ateos reconocen como vergonzosos los argumentos de ellos. Estos nuevos ateos están haciendo una especie de cruzada para demostrar que la religión es delirante e incluso perjudicial. Uno de ellos es Richard Dawkins. Él sugiere que el hombre está predispuesto por la evolución a creer en Dios. La selección natural nos ha programado a que hagamos lo que nuestra composición biológica nos dice, tal como las computadoras. ¿El lado negativo? Los seres humanos, como las computadoras, también pueden fallar: un virus puede infectar a una computadora, y los seres humanos son igualmente vulnerables a los dañinos virus mentales.1
Otro nuevo ateo --Daniel Dennett, filósofo de la Universidad de Tufts-- se centra en uno de los “curiosos subproductos” de la evolución; es decir, la religion.2 La mente (es decir, el cerebro, según Dennett) es un conjunto de técnicas y métodos formados debido a su esfuerzo por sobrevivir en un mundo peligroso. El cerebro forma conceptos que conducen a la religión. Estos conceptos crean ciertos sistemas: el agente-detector, el generador de intuición moral, el administrador de la memoria, el detector de trampas, una inclinación por las historias y narraciones, distintos mecanismos de alarma y alerta. Si se reúne a estos en conjunto se parecen mucho a la religión.3
Aquí Dennett sigue los argumentos del antropólogo Pascal Boyer. Boyer cree que las últimas novedades “científicas” revelan que nuestro “impulso metafísico central” es la raíz de toda religión, que inevitablemente tenemos inclinación hacia “la superstición, los mitos y la fe, o una emoción especial que sólo ofrece la religión”.4 Lo que parece sobrenatural es muy natural; Dios es simplemente un truco del cerebro. Después de todo, Dios no existe; la creencia en Dios es una ilusión generalizada que ha sido inspirada del cerebro.
En los últimos veinte años, más o menos, los psicólogos evolucionistas han tratado de localizar la “idea de Dios” en el cerebro humano.5 Los seres humanos de alguna manera están evolutivamente “compuestos” para creer en Dios. Una serie de investigaciones de “ciencia cognitiva de la religión” afirman que hay una base biológica para que el hombre adquiera, represente, y transmita con éxito ideas religiosas (mejora de supervivencia).6 La religión, se nos dice, tiene una explicación científica; así que no necesitamos la hipótesis de Dios. Pero, ¿es así?Revisemos la presunta evidencia y respondamos a ella.
¿LA BIOLOGÍA DE LA FE?
Aquí es donde la religión se inicia, gana terreno en la sociedad, y luego se transmite de una generación a la siguiente.
En primer lugar, el hombre está biológicamente preparado para ser religioso. Cuando un budista, un pentecostal, o un musulmán tienen una intensa experiencia religiosa, su cerebro fácilmente detecta este evento. Los científicos llaman “neuroteología” a este fenómeno generalizado, que sugiere un “origen biológico de determinadas creencias religiosas”.7 Tenemos un anhelo de algo más allá de nosotros mismos; una aparente necesidad biológica de sentido, espiritualidad, y verdad.8 Un escritor llama a esta capacidad de tener experiencias espirituales (que tiene sus raíces en el sistema límbico híper-activado) como un “transmisor a Dios”.9
Boyer no cree que en realidad haya una “red especial de los nervios que se encarga de los pensamientos relacionados con Dios”, sino que cree que los resultados aún incompletos de la investigación neuropsicológica pueden todavía conectar la experiencia religiosa a las áreas corticales del cerebro relacionadas con la psicología intuitiva (pensar en los pensamientos de otras personas) y las “que crean respuestas emocionales a la presencia de la gente”.10 Esta actividad cerebral es la esencia de la “religión”.
En segundo lugar, la psicología humana está preparada para la creación de agentes sobrenaturales. En The Belief Instinct [El instinto de creer], el ateo Jesse Bering declara que el hombre se apresura a atribuir propósito a cosas como los rasgos biológicos: la nariz es para oler, el corazón es para bombear sangre. Es fácil atribuir carácter a estos fines. Consideramos los desastres naturales como un presagio o una señal. “Todo sucede por una razón”, suele decir la gente. Lo que es más, muchos seres humanos están convencidos de que hay vida más allá de la tumba, porque simplemente no pueden imaginar su propia inexistencia. Bering llama a esto una “teoría hiperactiva de la mente”, el resultado de una particular evolución de nuestro cerebro.11 En estos casos, el hombre inventa a Dios para explicar los misterios y para tapar los agujeros de nuestra ignorancia, lo cual algunos llaman el “Dios de las brechas”.
Dennett afirma más o menos lo mismo, haciendo ver que los seres humanos parecen llegar con un dispositivo hiperactivo de detección de agentes.12 Asimismo, Boyer piensa que el hombre tiende a “antropomorficar” sus experiencias; es decir, proyecta “rasgos humanos y características de personalidad a aspectos del medio ambiente que no son humanos ni tienen personalidad”. Así que a menudo inventa agentes que no existen, como demonios, fantasmas, Dios, ángeles. De acuerdo al pensamiento de la evolución (piense: “depredador y presa”), tenemos la capacidad para detectar agentes alrededor de nosotros, aunque no están allí. Atribuimos carácter (por ejemplo, una bestia peligrosa) si oímos un ruido extraño en el bosque, que de hecho puede ser debido a las ramas de los árboles que se rozan porque sopla el viento, y esta tendencia aumenta la supervivencia: más vale prevenir que lamentar.13 Del mismo modo, el hombre fácilmente llega a conclusiones religiosas, aun llega a creer en almas, espíritus, y agentes sobrenaturales.14
En tercer lugar, el hombre comunica estas convicciones religiosas (“memes”) y compone libros sagrados e instituciones religiosas para reforzarlas. Dennett cree que puede hacer “investigación invertida” de las convicciones religiosas. Es decir, que puede volver atrás en el desarrollo naturalista de la religión a su fuente, en una evolución biológica (darwiniana) no guiada, el “ácido universal” que pasa por los conceptos tradicionales como la religión y la moral, que requiere una perspectiva completamente modificada de la vida.15 Debido a la composición del cerebro humano, el hombre tiene una inclinación psicológica a crear la religión, que comienza con los intentos de ver agentes en árboles y en ríos (animismo) y pasa hasta las religiones más sofisticadas (monoteísmo).16
Por supuesto, no podemos falsificar tales afirmaciones; es decir, no hay condiciones que muestren que no existen estos proyectados agentes. La gente tiende a almacenar estas conclusiones religiosas en su memoria y luego se las pasa a la siguiente generación; los cuales a continuación se incrustan en las mentes humanas. En palabras de Boyer: “La información acerca de los dioses y los espíritus, proviene principalmente de otras personas.”17 No sólo estamos compuestos biológicamente, y por lo tanto psicológicamente preparados para creer en Dios, sino que pasamos por esas ideas religiosas de los demás en la forma de religiones y rituales. Dennett escribe que si bien no hay un “gen de Dios”,18 la idea de Dios, como la idea de chocolate, provoca cierta reacción en el cerebro. La idea de que la religión es buena para la gente es un concepto muy darwinista. Como el aprendizaje de idiomas o de buenas costumbres, esparcimos estas ideas religiosas no-genéticamente a la siguiente generación. Son el resultado de disposiciones y sensibilidades febriles dentro de muchos seres humanos. Dawkins y Dennett llaman “memes” a esas ideas o convicciones.19 Dennett sostiene que lo mueven diversos rituales religiosos, la música, y el arte, aunque “las doctrinas por nada lo convencen”.20
El refuerzo de las ideas religiosas transmitidas consiste de un componente social, la deseable característica cultural de la estabilidad social. No podemos crear esto a través de coaliciones y redes de beneficio mutuo; mantenemos el control o dominio social a través de ciertas jerarquías sociales que tienen que ver son chamanes, sacerdotes, y pastores; un sistema que castiga a los tramposos y excomulga a los incooperativos.21
Este es un breve boceto de la religión que se basa estrictamente en el cerebro. Si Dennett y otros tienen razón, entonces Dios no existe, tampoco el alma, el libre albedrío, la dignidad humana, los derechos, o la razón. Ahora veamos por qué este escenario no elimina a Dios y la genuina experiencia religiosa.
LOS PROBLEMAS CON “BIOLOGIZAR” LA FE EN DIOS
Problema 1: la ciencia no puede eliminar el alma y sus capacidades. Los naturalistas suponen que el hombre es un ser estrictamente físico. Toda actividad mental, muere cuando el cuerpo muere. Si somos sólo seres físicos, las fuerzas fuera de nuestro control producen nuestra fe, nuestras decisiones, nuestro razonamiento, y nuestro comportamiento. De acuerdo con un filósofo naturalista, el “desalmar” la personalidad es “la principal operación de la imagen científica”.22 Sin embargo, no es tan fácil eliminar la existencia del alma; y la existencia de entidades no físicas, como las almas y Dios, socava el fisicalismo, que no puede dar cuenta de las características clave de la experiencia humana, tales como:
· La conciencia
· La racionalidad
· El libre albedrío
· La responsabilidad moral, y mucho más.
La idea de que el hombre sea hecho “en la imagen de Dios” (Génesis 1:27) da mejor sentido a estas características.
La consciencia: el naturalismo no puede explicar cómo la consciencia podría haber surgido a partir de materia no-consciente. Los naturalistas filósofos de la mente están dispuestos a admitir esto. Colin McGinn, confiesa que no podemos “explicar cómo grumos de materia que se expanden cada vez más podrían haber desarrollado una vida interior consciente”.23 Ned Block admite que los investigadores están “perplejos” sobre esto y no tienen ni idea de cómo empezar explicarlo.24 Jerry Fodor reconoce que no tiene “la más mínima idea de cómo cualquier cosa material podría ser consciente”.25 Los teístas, sin embargo, creen en un Ser sumamente consciente de sí mismo que trae a la existencia finita criaturas (auto)conscientes; por lo cual tienen un contexto ya hecho de la conciencia.26 La consciencia es una indicación de un origen sobrenatural, inmaterial, y es la característica central de los seres anímicos. Esto incluye a los seres humanos (cuyas almas tienen una gama de capacidades espirituales, racionales, y volitivas, que sobreviven a la muerte del cuerpo) y los animales (cuya alma tiene una capacidad limitada que cesa en la muerte). El punto principal es que la materia no puede producir la consciencia, ya sea en seres humanos o en animales.
La verdad y la razón: las creencias o convicciones —no segmentitos de materia física— pueden ser ciertas o falsas. La materia sólo es.27 Es cosa necia decir que una pieza de materia es cierta y otra no.28 Vea usted, la materia no puede dar lugar a la racionalidad. Por otra parte, ¿por qué confiar en nuestras creencias o convicciones si se han producido por fuerzas físicas fuera de nuestro control? La evolución está interesada en la supervivencia —no en creencias verdaderas— y podemos terminar con una serie de creencias falsas que nos ayudan a sobrevivir. Por ejemplo, de acuerdo con muchos naturalistas, son creencias falsas que “el hombre tiene derechos” o “el hombre tiene deberes morales”.
Una vez más, ¿por qué confiar en creencias producidas por un poco de materia cerebral que se choca con otros fragmentos de materia cerebral? El finado ateo genetista Francis Crick afirmaba que nuestras creencias y el sentido de identidad son “el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas asociadas”.29 Si es así, entonces las propias creencias de Crick eran “el comportamiento de un vasto conjunto de células nerviosas y sus moléculas asociadas”. Si la religión y la moral son simplemente adaptaciones evolutivas, y una serie de creencias falsas o ilusorias fuera de nuestro control están integradas en nuestro cerebro, entonces los nuevos ateos no son más racionales que los practicantes de la religión, aunque accidentalmente tengan la razón. De hecho, Dawkins tuvo que admitir que la maldad de la violación “es tan arbitraria como el hecho de que hemos evolucionado con cinco dedos en lugar de seis”.30 Sí, no obstante, un Dios racional nos ha hecho a su imagen, entonces realmente importa buscar la verdad y obedecer las leyes de la lógica. Este Dios dice: “Venid luego, y estemos a cuenta” (Isaías 1:18). Él nos llama a amar “al Señor [nuestro] Dios… con toda [nuestra] mente” (Mateo 22:37). La materia no puede buscar la verdad o la razón; esto es algo que hace el alma.
El libre albedrío y la responsabilidad moral: instintivamente creemos que tenemos verdadera libertad, que podríamos haber elegido otra cosa, y que somos responsables de nuestras acciones. El libre albedrío diferencia al hombre de los animales, lo cual no puede elevarse por encima de la genética y el medio ambiente. No es de sorprendernos que los naturalistas tienden a rechazar el libre albedrío, dado su compromiso con una visión materialista del mundo; el estado del cerebro determina nuestras creencias y acciones.31 Por el contrario, la mayoría de los teístas sostienen que nuestro entorno, nuestro estado corporal, y aun nuestro carácter, pueden influir en nuestras decisiones, pero que éstos no determinan nuestras decisiones. Tales condiciones predisponen, pero no exigen.
Otras consideraciones anímicas: la mente o el alma es más que el cerebro. Los descubrimientos científicos refuerzan este hecho. Por ejemplo, Jeffrey Satinover de la Facultad de Medicina Harvard expresa que, en el ejercicio de la voluntad, se puede reconfigurar las vías nerviosas del cerebro: “El neocórtex es la parte del cerebro que podríamos considerar como el asiento de la voluntad. ... También es la parte del cerebro cuyas conexiones entre las neuronas se modifican poco a poco con el tiempo, fortaleciendo algunas conexiones, debilitando a otras, y eliminando algunas por completo; todo sobre la base de cómo nos forma la experiencia. Este continuo proceso incorpora el patrón emergente de nuestras decisiones cada vez más firmemente en los cambios reales de los tejidos. Estos cambios hacen que sea mucho más probable que la próxima vez tomemos la misma decisión con menos esfuerzo, y que será mucho más difícil tomar una decisión diferente.”32
Los estudios han demostrado que los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo, con adicción pornográfica, aracnofobia (miedo a las arañas), y la depresión han sido capaces de “reprogramar” el cerebro al elegir modelos alternativos de pensamiento. Por el ejercicio repetido de la voluntad, los nuevos modelos pueden volver a formar la composición del cerebro. De hecho, aun el “efecto placebo” --en que la condición física de alguien no mejora debido a la medicación en sí-- “depende específicamente de la creencia mental del paciente y la expectativa de que cierto remedio va a dar resultado”.33 Este resultado físico positivo es uno de los muchos ejemplos en que la confianza del paciente en la esperanzada predicción de un médico puede llevar a una mejor salud. En contraste con el efecto placebo, tenemos lo que algunos llaman el efecto nocebo: perder la confianza en un tratamiento médico que puede convertirse en algo beneficioso. En varios de casos (pero ciertamente no en todos), si usted cree que un tratamiento médico no va a dar resultado, no resultará. La mejora o el deterioro de la salud a menudo depende de si el médico dice: “Vete a casa y mejórate” o “Esto fue lo mejor que podía hacer”.34 (Piensa en el poder de “la voluntad de vivir.”)
También podríamos añadir a toda esta evidencia las experiencias cercanas a la muerte. Numerosos pacientes una vez clínicamente muertos, que más tarde han revivido, describen en detalle acontecimientos y ambientes que no podría conocer a menos que tuvieran experiencias fuera del cuerpo. Estas experiencias no sólo implican la existencia del alma, pero también el ámbito sobrenatural.35
Problema 2: este escenario no logra distinguir entre la biología de la fe y la racionalidad de la fe. Es una falacia decir que Dios no existe porque la gente tiene experiencias religiosas que pueden ser detectadas físicamente en el cerebro. Esa es la falacia genética, en que se considera que un punto de vista es cierto o falso sobre la base de su origen. Sólo porque una persona es neo-nazi no quiere decir que está equivocada por creer que 2 +2 = 4. Del mismo modo, la existencia de Dios es un asunto distinto de cómo la gente llega a creer en Él.
Tenemos fuertes razones para creer en la existencia de Dios, como indican el Salmo 19:1,2; Romanos 1:20; y otros pasajes: “los cielos cuentan la gloria de Dios, y los atributos invisibles de Dios se hacen claramente visibles a través de lo que ha sido creado”. ¿Cuáles son algunos de estos indicadores de la revelación de Dios de su poder, su sabiduría, y su bondad? El comienzo absoluto del universo; los complejos ajuste de precisión del mismo; la existencia de belleza, racionalidad, deberes morales, consciencia, dignidad y valor humano; el complejo diseño de sorprendentes células que son como maquinarias (que a menudo se comparan a pequeñas fábricas); las notables características del cerebro humano (que tiene más “interruptores” que todas las computadoras, los enrutadores, y las conexiones en Internet que hay en el mundo, según un reciente estudio de la Universidad de Stanford).36 Estas características se explican mejor por medio de un ser inteligente, poderoso, y buen Creador en lugar del naturalismo.
Dado el naturalismo, estas características son el resultado de varios procesos físicos sin valor, sin sentido, sin vida en un universo que llegó a existir sin causa alguna y de la nada.
Problema 3: estos procesos biológicos en realidad encajan con la idea de haber sido hechos para creer en Dios y relacionarnos con Él. Dios ha puesto eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11), y en nuestros cerebros. Tiene perfecto sentido que estemos predeterminados o dispuestos para que creamos en Dios. Una investigación de tres años, a nivel mundial, a través de la Universidad de Oxford indica que los niños son intuitivamente teístas; desde una edad muy temprana los seres humanos están dispuestos a creer en Dios o en lo sobrenatural; hemos sido hechos de tal modo que veamos el propósito en el mundo y creamos en una vida futura. Esta es una clara confirmación científica de que la religión no va a desasparecer.37 Si Dios existe, los procesos naturales que contribuyen a la creencia religiosa tienen excelente sentido. Dios nos ha diseñado de tal manera que este tipo de procesos nos permitan llegar a conocer a Dios personalmente, es decir, que funcionemos debidamente cuando dirigimos nuestro pensamiento hacia la verdadera fe en Dios.38
Las explicaciones naturalistas de los nuevos ateos acerca de las creencias religiosas y morales no hacen absolutamente nada para erradicar el poder explicativo de la existencia de Dios. De hecho, gracias al estudio cognitivo de la religión, tenemos nuevas razones para tomar en serio a Dios.
Las explicaciones naturalistas que sugieren que la teología es una ficción útil --o peor, un engaño perjudicial--, no nos dicen por qué el impulso religioso está tan profundamente arraigado. Sin embargo, si Dios existe, tenemos una excelente razón de que la religión debería aparecer en la escena.
PAUL COPAN, Ph.D., profesor de la cátedra familia Pledger de filosofía y ética en la Palm Beach Atlantic University, en West Palm Beach, Florida. Es autor y editor de diversos libros, entre ellos When God Goes to Starbucks; True for You, But Not for Me; That’s Just Your Interpretation; Creation Out of Nothing; Is God A Moral Monster? Making Sense of the Old Testament God y The Paul Copan Apologetics Collection (6 volúmenes). También es el Presidente de la Sociedad Filosófica Evangélica. SEE ALSO: For more articles and videos by Paul Copan, visit: http://paulcopan.com/
Notas
1. Gordon Slack, “The Atheist” [“El ateo”], Salon (30 de abril de 2005). En línea: http://dir.salon.com/story/news/feature/2005/04/30/dawkins/index.html. Consultado el 4 de enero de 2012.
2. Daniel C. Dennett, Breaking the Spell [Cómo romper el hechizo] (Nueva York: Viking, 2006), 107.
3. Ibíd, 107,8.
4. Pascal Boyer, Religion Explained [La religión explicada] (Nueva York: Basic Books, 2001), 298. Dennett también sigue a Scott Atran, In Gods We Trust [Confiamos en Dios] (Oxford: Oxford University Press, 2002).
5. Justin L. Barrett, “Cognitive Science of Religion: What Is It and Why Is It?” [“La ciencia cognitiva de la religión: ¿qué es y por qué existe?”] Religion Compass 1 (septiembre de 2007). Disponible en: www.blackwell-compass.com. Consultado el 4 de enero de 2012.
6. Todd Trimlin, Minds and Gods [Las mentes y los dioses] (Oxford: Oxford University Press, 2006), 7,9.
7. Andrew Newberg, Eugene d'Aquili y Rause Vince, Why God Won’t Go Away [Por qué Dios sigue presente] (Nueva York: Ballantine Books, 2001), 8-10.
8. Andrew Newberg y Mark Robert Waldman, Why We Believe What We Believe [Por qué creemos lo que creemos] (Nueva York: Free Press, 2006).
9. Rhawn José, The Transmitter to God [El transmisor a Dios] (San José, California: Prensa de la Universidad de California, 2001), 187,8.
10. Boyer, Religion Explained [Religión explicada], 309.
11. Capítulos 2 y 3 de Jesse Bering, The Belief Instinct [El instinto de creer] (Nueva York: WW Norton, 2011).
12. Dennett, Breaking the Spell [Cómo romper el hechizo], 109.
13. Pascal Boyer, “Gods and the Mental Instincts That Create Them” [“Los dioses y los instintos mentales que los crearon”], en Science, Religion, and the Human Experience, ed. James D. Proctor (Oxford: Oxford University Press, 2005), 241.243.
14. Scott Atran, In Gods We Trust [Confiamos en dioses] (Oxford: Oxford University Press, 2002), cap. 3.
15. Dennett afirma esto en Darwin’s Dangerous Idea [La peligrosa idea de Darwin] (Nueva York: Touchstone, 1995), de 63 años.
16. Daniel C. Dennett, Breaking the Spell [Cómo romper el hechizo] (Nueva York: Viking, 2006).
17. Boyer, “Gods” [“Dioses”], 244.
18. Véase Dean Hamer, The God Gene [El gen de Dios] (Nueva York: Doubleday, 2004): el gen VMAT2 (un “facilitador de hipnosis”) es responsable de la inclinación humana hacia la espiritualidad. Dennett piensa que “algo como su hipótesis (pero probablemente mucho más complicado) es una buena apuesta para la confirmación en un futuro próximo” (Breaking, 139).
19. Se trata de “simbiosis cultural”. Dennett, Breaking, 83-86.
20. Ibíd., 318.
21. Pascal Boyer, The Naturalness of Religious Ideas [La naturalidad de las ideas religiosas] (Berkeley: University of California Press, 1994), 245.
22. Owen Flanagan, The Problem of the Soul [El problema del alma] (Nueva York: Basic, 2002), 3.
23. Colin McGinn, The Mysterious Flame [La llama misteriosa] (Nueva York: Basic, 1999), 13, 15.
24. Ned Block, “Consciousness” [“Consciencia”] de Samuel Guttenplan, ed, Companion to the Philosophy of Mind [El compañero de la filosofía de la mente] (Oxford: Blackwell, 1994), 211.
25. Jerry A. Fodor, “The Big Idea: Can There Be a Science of the Mind?” [“La gran idea: ¿puede haber una ciencia de la mente?”] Times Literary Supplement (3 de julio de 1992), 5.
26. Charles Taliaferro, “Mysterious Flames in Philosophy of Mind” [“Llamas misteriosas en la filosofía de la mente”], Philosophia Christi NS 1/2 (1999): 29.
27. Philip E. Devine, Natural Law Ethics [Ética de la ley natural] (Westport, Connecticut: Greenwood Press, 2000), 36.
28. CS Lewis, Christian Reflections [Reflexiones critianas], (Grand Rapids: Eerdmans, 1967), 64.
29. Francis Crick, The Astonishing Hypothesis [La asombrosa hipótesis] (Nueva York: Charles Scribner’s Sons, 1994), 3.
30. Véase la entrevista de Justin Breierly con Richard Dawkins (en que Dawkins estuvo de acuerdo con esta afirmación, diciendo: “Se podría decir que sí”). Se encuentra en http://media.premier.org.uk/misc/4b519ce0-5a9e-4b1d-86ca-8def12ebd5c1.mp3. Consultado el 4 de enero de 2012.
31. Stewart Goetz, “Naturalism and Libertarian Agency” [“El naturalismo y la agencia libertaria”], en Naturalism: A Critical Analysis [El naturalismo: un análisis crítico], eds. William Lane Craig y Moreland JP (Londres: Routledge, 2000), 157.
32. Jeffrey Santinover, Homosexuality and the Politics of Truth [La homosexualidad y la política de la verdad] (Grand Rapids: Baker, 1996), 135, 36.
33. Véase Mario Beauregard y O'Leary Denyse, The Spiritual Soul: A Neuroscientist’s Case for the Existence of the Soul [El alma espiritual: un caso de un neurocientífico de la existencia del alma] (Nueva York: Harper, 2007), 141.
34. Para más información sobre estos asuntos, véase el capítulo 6 de Beauregard y O'Leary, The Spiritual Soul [El alma espiritual].
35. Un gran lugar para comenzar es la obra de Gary Habermas sobre esto. Escuche la charla “Near-Death Experiences: Evidence for an Afterlife?” [“Experiencias cercanas a la muerte: ¿evidencia de un más allá?”] Disponible en: http://www.veritas.org/Home.aspx. Consultado el 4 de enero de 2012.
36. Elizabeth Moore, “Human Brain Has More Switches Than All Computers on Earth” [“El cerebro humano tiene más interruptores que todas las compuradoras del mundo”], CNET News (17 de noviembre de 2010). Disponible en: http://news.cnet.com/8301-27083_3-20023112-247.html # ixzz15gKimfLp. Consultado el 4 de enero de 2012.
37. Richard Allen Greene, “Religious Belief Is Human Nature, Huge New Study Claims” [“La fe religiosa es de naturaleza humana, afirma un enorme nuevo estudio”], CNN (12 de mayo de 2011). Disponible en: http://religion.blogs.cnn.com/2011/05/12/religious-belief-is-human-nature-huge-new-study-claims/. Consultado el 4 de enero de 2012.
38. Alvin Plantinga, Warranted Christian Belief [Creencia cristiana justificada] (Nueva York: Oxford University Press, 2000), 135-63.
Enrichment Journal
1445 Boonville Ave., Springfield, MO 65802
Email: enrichmentjournal@ag.org
Teléfono: 417-862-2781, ext. 4095
Para suscribirse (Inglés)1-800-641-4310