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LA REBELIÓN DEL HOMBRE
SUS RAZONAMIENTOS VS UN CAMBIO DE MENTALIDAD

Las Palabras, los Razonamientos y los pensamientos, son los que evidencian la rebelión del hombre: Palabras: Mateo 12:34:

"¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?  Porque de la abundancia del corazón habla la boca".

El hombre de corazón rebelde, enuncia palabras rebeldes porque como está escrito, de la abundancia del corazón habla la boca.  Siendo la lengua difícil de domar, resulta fácil usarla en rebelión. La gente de este mundo sirve de labios y se somete aparentemente, esto incluso sucede con el pueblo de Dios, dice, pues el Señor en Isaías 29:13:

“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Lea paralelamente 2 Reyes 17:27-41.

Por consiguiente hay pues siempre la posibilidad de apariencia de subordinación, sin que haya verdadera sumisión del corazón. Si bien es cierto no se puede establecer la autoridad de Dios sin sumisión, tampoco se le puede establecer si la sumisión no es de corazón, pues Dios busca la obediencia de corazón. Veamos algunos ejemplos:

  • Eva añadió descuidadamente a la Palabra de Dios; pues agregó las palabras “ni le tocareis”. Génesis 3:3

  • Cám  divulgó  la  falta  de  su  padre,  dándonos  a  entender  que  su  obediencia  era aparente.  Génesis 9:22

  • María y Aarón hablaron contra Moisés Números Cp. 12

  • Coré y sus seguidores atacaron a Moisés Números Cp. 16

  • Ananías y Safira Hechos 5:1-10

 

Raciocinio; Significa: 2 Cor 10:4-5

“Facultad de raciocinar; o sea, usar del entendimiento y la razón para conocer y juzgar”

“...porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Y estando prontos para castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea perfecta”.

El hombre rebelde hablará palabras denigrantes, palabras que se originan en el raciocinio. Este no puede permitir la reflexión espiritual, pues la agravará más, aun así, la gente de este mundo vive en torno a su raciocinio; y nosotros el pueblo de Dios, ¿en qué nos diferenciamos del resto? Se nos enseña a razonar desde pequeños, llegamos a adultos seguimos razonando, incluso recibimos al Señor en nuestro corazón y continuamos razonando. Esto es difícil de dejar de hacerlo pues pertenece a la vida de nuestro cerebro. Cuando recibimos un mandato de Dios, muchas veces antes de cumplirlo la analizamos bien, para ver si está correcto a no. Todo esto no es más que la manifestación del fruto del árbol del bien y del mal quien gobierna nuestra vida. Teniendo pues esta actitud lo que estamos haciendo es pensar y decidir por Dios. Mas aquellos que realmente conocen a Dios, se han encontrado con la Autoridad  en esencia, y le obedecen sin discusión, pues en el Señor, no hay ninguna posibilidad de asociar la razón con la obediencia por medio de la fe. Si alguien desea aprender la obediencia tiene que subyugar la razón en primera instancia. Ojo quiero explicar esto, la razón debe conocer y juzgar y moverse, en el conocimiento dado como resultado de la obediencia, no al contrario o sea; raciocinio primero lo dicho por Dios y luego lo obedezco. Solo cuando estamos delante de la gloria de Dios, desechamos nuestros razonamientos, por consiguiente, los que viven lejos de su gloria son los rebeldes, altaneros, los que se atreven a argumenta con El. Algunos ejemplos:

  • Cam, tenía sus razones para difamar a su padre, pues estaba desnudo.

  • María y Aarón murmuraron contra Moisés porque se había casado con una mujer cusita, pero la verdad subyacente era su liderazgo.

  • Coré y sus seguidores pusieron sus razones: ¿acaso ellos también no eran santos?

  • Datan y Abiram tenían razones, pues todavía el pueblo no había entrado a la tierra que fluye leche y miel. Cuanto más reflexionaban más poderosas eran sus razones para ir en contra de Moisés. La razón no puede permitir la reflexión espiritual por medio de la fe.

 

Pensamientos: Marcos 7:21

“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos los adulterios, las fornicaciones....”

 

Las palabras rebeldes provienen del razonamiento rebelde y el razonamiento a su vez se origina en el pensamiento. Es pues éste el factor dominante en la rebelión. Pablo en 2 Corintios 10:4-6 nos muestra que debemos de destruir los argumentos y llevar cautivo el pensamiento. Si no se desechan los argumentos, no hay posibilidad de llevar el pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo. Por ejemplo, Pablo rumbo a Damasco, se encontró con la Autoridad, después de éste encuentro no supo nada pues le preguntó al Señor: “¿Qué haré Señor?” Sus pensamientos fueron cautivos por el Señor y siguió fielmente al Señor. (Hech 9)  Otros ejemplos son los de: Nadab y Abiú, que se rebelaron y basándose en sus propios pensamientos pecaron contra Dios ofreciendo fuego extraño. (Lev 10:1-2); Simón el Mago pensó comprar el poder a los Apóstoles Hch.8:9-24. Por consiguiente lo que debemos hacer Es: OBEDIENCIA  DEL  SIERVO  PARA  EFECTUAR  EL  CAMBIO  PARA  ESTAR  EN AUTORIDAD:

Efesios 4:22-24 “... En cuanto a la pasada manera de vivir (A) despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos, (B) renovaos en el espíritu de vuestra mente, (C) Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”.

 

Debemos de OBEDECER en:

 

A: Despojarnos del viejo hombre, Vs. 22.

 

B: Renovarnos en el espíritu de nuestra mente, Vs. 23. 

 

C: Vestirnos del nuevo hombre, Vs. 24

 

Leamos también Efesios 4: 14-16

 

A: Identifiquemos lo que debemos despojar del viejo hombre: Colosenses 3:8-9

“Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos”.

 

Identificando una barrera que hace difícil el “dejar” y lo que debo “vestir”. Mateo 6:24

“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”

 

Por ello debemos estar enamorados de Jesucristo; Filipenses 3:7-9 dice:

“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he ESTIMADO COMO PÉRDIDA POR AMOR DE CRISTO. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas COMO PÉRDIDA POR LA EXCELENCIA DEL CONOCIMIENTO DE CRISTO JESÚS, MI SEÑOR, POR AMOR DEL CUAL LO HE PERDIDO TODO, Y LO TENGO POR BASURA, PARA GANAR A CRISTO, Y SER HALLADO EN ÉL, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe”.

 

B: Identifiquemos con la renovación del espíritu de nuestra mente: Efesios 4:23

“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente..”

 

Romanos 12:2 dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

2 Timoteo 3:16,17 habla: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, ENTERAMENTE PREPARADO para toda buena obra”.

 

¿Cómo lo hará? Llevando cautivo el pensamiento pecaminoso: 2 Corintios 10:5

“derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando pronto para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta”.

 

¿Qué debemos de pensar? : Una vez que hemos puesto un alto al pensamiento penetrante, el siguiente paso es evaluarlo en base al criterio de los ocho pasos que nos dio Pablo para decidir en qué debemos pensar. En Filipenses 4:8

 

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre: si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.

 

Preguntémonos:

  • ¿Concuerda este pensamiento con la verdad de Dios?

  • ¿Sugiere que yo haga algo honesto?

  • ¿Justo?

  • ¿Puro?

 

Si este pensamiento se vuelve una acción:

  • ¿Será el resultado algo amable y virtuoso?

  • ¿Aprobarán otros creyentes mis acciones?

  • ¿Será algo por lo cual podré alabar y glorificar a Dios?

 

Si la respuesta de cualquiera de estas preguntas es “NO”, despidamos el pensamiento de inmediato. No nos volvamos a involucrar en él. Si sigue insistiendo, continuemos en negarnos. Cuando hemos aprendido a responder a los pensamientos de tentación desde la puerta de nuestra mente, y los evaluamos en base a la palabra de Dios, despidiendo los pensamientos que reprueban el examen, habremos encontrado la manera de escapar como promete la palabra de Dios.

 

  En contraste, si un pensamiento entra en nuestra mente y aprueba el examen de Filipenses 4:8 en cuanto a la verdad, lo honesto, lo justo, etc. Entonces “en esto pensad” Vs.8 y Lo pondré por obra “esto haced” Vs.9.  El resultado “Y el Dios de paz estará con vosotros” Vs.9, lo cual es un resultado infinitamente mejor que el dolor y confusión que vienen después de ceder a los pensamientos tentadores e involucrarnos en el comportamiento pecaminoso.

 

EL SEGUIMIENTO BÍBLICO QUE ROMPE EL CICLO:

Hemos estado muchas veces atrapados en el ciclo vicioso de pecar – confesar – pedir perdón, pecar – confesar – pedir perdón, pecar – confesar-pedir perdon, terminamos perdiendo la esperanza de que podemos experimentar alguna victoria real sobre el pecado. La simple fuerza de voluntad nuestra no nos puede impedir que repitamos el pecado que acabamos de confesar, y por ello Satanás nos hace sentirnos desdichados y como he mostrado en varias oportunidades uno de desgracia en  desgracia  se convierte en un desgraciado.  Ahora el dominio propio parece ser una ilusión, y nuestra vida es un sinfín de bajas y altas. Por consiguiente es correcto confesar el pecado, pero fallamos cuando es hora de seguir la fórmula bíblica que rompe el ciclo: PECAR – CONFESAR – PEDIR PERDÓN y RESISTIR. Santiago 4:7.dice:

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”

Tenemos  que  resistir  a  Satanás  y  ordenarle  a  retirarse  de  nuestras  vidas  si  vamos  a experimentar victoria sobre el pecado.

 

Vistiéndonos de Cristo en medida de la renovación del espíritu de la mente: Colosenses 3:10, 16, 17

“Y revestido del nuevo hombre, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”.

 

Identificando los eslabones en la cadena del pecado: Salmo 1:1,2

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche”.

 

El principio Bíblico para despojarnos y revestirnos: 

  • Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

  • Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

  • 2 Corintios 12:9,10 “Y me ha dicho: Bástate  mi gracia; porque  mi  poder  se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil entonces soy fuerte”.

 

Desechemos pues totalmente los pensamientos del hombre. Hallemos la verdadera libertad en el hecho, de que Dios ha capturado de nuevo nuestros pensamientos a la obediencia a Cristo. Solo al perder "nuestra libertad" aparente, ganamos la "verdadera libertad en el Señor"

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