
vISITANTE N°
La verdad hace libre
AUTORIDAD Y AUTORIDAD DELEGADA DEL SIERVO
Necesitamos siervos de Dios con autoridad y discernimiento espiritual, que realmente rechacen los métodos “cosméticos” es decir que son sólo superficiales para la iglesia, así mismo esos métodos de “solución rápida” que solo son temporales sin profundidad, por consiguiente los siervos de hoy deben de tener el valor de enfrentarse con sinceridad a los problemas con:
-
La sabiduría para entenderlos.
-
La fortaleza para remediarlos.
-
La fe para confiar en que Dios hará lo demás.
-
No temer a perder amigos o hacer enemigos.
-
Que no se le puede intimidar con amenazas o comprar con sobornos. Es ser un siervo de Dios por lo tanto no está a la venta.
Por consiguiente, Dios enuncia palabra y ésta se cumple, pues sus hechos lo demuestran. Todo cuanto vemos fue creado por El, por su autoridad. Hebreos 1:3 dice:
“... y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” o sea con esa habilidad milagrosa, con esa facultad de hacer o llevar a cabo algo.
Podemos decir entonces, Que Dios sustenta todas las cosas con la palabra del poder de su autoridad. La autoridad de Dios lo representa a El mismo, Dios es autoridad, y lo es en todas las cosas. Él es la verdadera fuente y asiento de autoridad. Por consiguiente, ofender la autoridad de Dios es una rebelión mucho más grave incluso que ofender su santidad. El querubín Lucero de La Mañana se convirtió en Satanás cuando sobrepasó la autoridad de Dios, compitiendo con El, siendo la rebelión la causa de su caída. Isaías 14:12-15 dice:
“¡Como caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tu derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo”.
El intento de Satanás de poner su trono sobre el trono de Dios, su deseo de vanagloria y exaltación propia fue lo que violó la autoridad de Dios y él condenó su rebelión. El hecho de pecar no fue la causa de la caída de Satanás, ese hecho no fue más que el producto de su rebelión contra la autoridad de Dios. Si es que deseamos servir a Dios, es necesario que conozcamos su autoridad. Es inminente que tengamos un encuentro con ella, y así poseamos un conocimiento básico de lo que real mente es, estar, caminar, y desarrollar tal autoridad. Esto nos facilitará sujetarnos incluso a las autoridades que Dios ha establecido, porque quien ha tenido un ENCUENTRO CON LA AUTORIDAD ABSOLUTA, trata simplemente con ella y no con el hombre, pues no se mira al hombre sino a la autoridad de la cual está revestido. David, Pablo, el Arcángel Miguel, siervos del Señor entendieron este principio, en 1 Samuel 24:10 dice:
“He aquí han visto hoy tus ojos como Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor porque es el ungido de Jehová”
¿Acaso David no había sido ungido ya par ser rey de Israel? ¿No tenía derecho de defender su vida? David sabía que no podía matar a Saúl porque sería rebelarse contra la autoridad de Dios. Saúl había sido rechazado por Dios pero era el ungido de Dios. En los Hechos 9: 4, 5, 17, 18, y Judas Vs.8-9 dice:
“y cayendo en tierra oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿porque me persigues? Él dijo: ¿Quién eres Señor? Yo soy Jesús a quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.
El no veía pero reconoció que aquella voz tenía y procedía de autoridad, fue por ello que lo llamo con riesgo de muerte por conocer las leyes Romanas “Kyrios” él tuvo su encuentro con la autoridad. Al decir Es duro dar coces contra el aguijón o la autoridad en esencia o absoluta, Jesús le estaba diciendo a Saulo de Tarso, que no puede ir en contra de él, porque se lastima, dice la Escritura “Que a los que no creyeron Jesús fue piedra de tropiezo” el Vs. 17 y 18 dicen: “Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos le dijo: Hermano Saulo, él Señor Jesús que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo. Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado”.
Saulo reconoció que Ananías había sido enviado por Dios, él no se preguntó qué clase de hermano era, si era culto o no, si tenía doctorado en Teología o no, si era un ministerio reconocido y famoso para obedecer, si tenía la autoridad de aquellos que lo enviaron a él, no, él no miraba al hombre, sino la autoridad de Dios sobre Ananías, Saulo se sometió a la autoridad de Dios. Es fácil someternos a la autoridad delegada, cuando hemos tenido la experiencia con la autoridad absoluta. Cuidado si usted se está permitiendo que pensamientos contrarios a la palabra de Dios violenten la autoridad de él. Judas 8-9 dice:
“No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda”.
¿Por qué no se atrevió a hacerlo? Porque en la eternidad pasada Dios puso a Lucifer como jefe de los arcángeles y Miguel siendo uno de ellos estaba bajo su autoridad. Pero en el caso de los creyentes no sucede así porque Dios nunca puso a éstos bajo la autoridad de Satanás. En 1 Samuel 15:22 dice: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios......”. Esto implica que es la obediencia lo que honra completamente a Dios, pues para que se manifieste la autoridad debe de haber sumisión, obediencia. Lo absoluto es la voluntad de Dios. La voluntad de Dios representa la Autoridad. Entonces se concluye que conocer la voluntad de Dios y obedecerla es someterse a la Autoridad. Lucas 22:42 dice:
“Padre, si quieres, pasa de mi esta copa; pero no se haga mí voluntad, sino la tuya”.
El hecho de que Jesús fuera crucificado no era lo absoluto. Lo absoluto era la voluntad de Dios. Jesús hombre supo que la copa venía de Dios; que esa era su voluntad y Él decidió no ser rebelde sino someterse por completo. Fijémonos lo que le dice a Pedro en Juan 18:10, 11; lea Mat.26:52-56
“Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?”.
Aquel que sirve a Dios, por consiguiente ha sido llamado a cumplir la voluntad de Dios, su propósito. Es por eso que antes de poder trabajar para Dios, tenemos que ser derrocados por su autoridad. Nuestra relación con Dios estará mediada en el hecho de que si hemos tenido una revelación de su autoridad. Quien haya saboreado la autoridad de Dios tiene la capacidad de juzgar lo que es la trasgresión en sí mismo y en los demás. Al entrar en contacto con la Autoridad, entramos en contacto con Dios mismo. Su palabra de mandato es Autoridad.
LA OBEDIENCIA - SU INICIO:
Jehová Dios dio órdenes a Adán y una de ellas fue; Génesis 2:16-17
“Y mandó Jehová Dios al hombre diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comiereis ciertamente morirás”.
Al darle mandamientos a Adán, Jehová Dios lo pone por autoridad y a la vez lo puso bajo su Autoridad para que éste obedeciera. Les recuerdo el significado de OBEDIENCIA que en griego significa: “hupakoe”: “Escuchar atentamente, oír con sumisión condescendiente, asentimiento y acuerdo”. Cuidado con nuestra predisposición mental, cortará la posibilidad de escuchar a Dios atentamente para llegar al equilibrio. Por lo tanto al hacer Jehová Dios primero a Adán antes que a Eva a éste le dio autoridad y a Eva la puso bajo autoridad de Adán. La caída del hombre se debió a que desobedeció a la Autoridad de Dios. Eva quebrantó la autoridad delegada, tomando su propia decisión, y al comer del fruto, no solo violó la orden de Dios, sino que también desobedeció a Adán. Cuando Adán escuchó a Eva y comió del fruto, peco directamente contra la voluntad de Dios y fue desobediente a la autoridad de Dios. Después de la caída de Adán, la humanidad cree que puede distinguir entre el bien y el mal y juzgar sobre lo correcto e incorrecto. A cada cual le parece que sabe más que Dios. Esto es in sensatez, pues las acciones del hombre no deben ser gobernadas por el conocimiento del bien y del mal; deben ser motivadas por un sentido de obediencia a Dios quien sabe el bien y el mal. La obediencia es un principio de Dios; así como la fe es el principio por el cual obtenemos vida, la obediencia es el principio por el cual vivimos en autoridad delegada en esa vida.
SU INICIO:
Las personas de la Deidad existen en forma igual. El Señor Jesús dijo:
“El Padre y YO somos uno”.
Sin embargo en Filipenses 2:5-7 manifiesta un hecho trascendental ya tratado anteriormente: Vs.5 “Haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” Vs.6 “el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”, Vs.7 “sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”
Su despojo fue total ya que cuando estuvo en la tierra, nadie lo reconoció como Dios, a menos que el Padre se lo revelara. Estando en su condición humana manifiesta en Juan 14:28: “.. Porque el Padre mayor es que yo”.
Esto indica y enseñado anterior mente, que como Hijo se somete voluntariamente a la autoridad del Padre, por consiguiente: El Padre viene a ser el emblema de la Autoridad y el Hijo adopta el símbolo de la Obediencia. El Hijo se despoja de toda gloria, de su divinidad, toma forma de siervo, y esto lo hace, en forma desprendida y voluntaria porque sabe que tiene que hacerlo para estar calificado para obedecer. Esto nos da a entender que la Obediencia es iniciada por el Hijo de Dios. Puede usted repasar lo dicho en los temas anteriores. Con esto se demuestra que si se puede obedecer a Dios en la tierra. Fue tan solo por el camino de la obediencia en su condición de hombre que regresó al Padre, y es por eso que Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobretodo nombre. Filipenses.2:9 dice:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en él nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
Pedro inspirado por el Espíritu Santo, declara en Hechos. 2: 36
"Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús quien vosotros crucificasteis Dios le ha hecho Señor y Cristo”.
Observemos pues que el título de Señor lo obtiene por lo que El hizo: despojarse de su gloria y mantenerse en obediencia. Cuando regresó al Padre no solo recobró esa gloria sino que recibió más gloria. No fue Jesús mismo quien se llenó de aquello que se había despojado sino fue el Padre quien lo hizo. Fue el Padre quien trajo a Jesús Hombre de regreso a la gloria. Este “Haya pues en vosotros este sentir que hubo en Cristo Jesús” nos indica que tenemos que hacer lo mismo, pues tan solo en el principio de la obediencia podemos servir a Dios, obedeciendo como Cristo lo hizo podemos reafirmar el principio de Autoridad de Dios, puesto que la rebelión es el resultado del principio de Satanás. Notemos pues que Jesús la obediencia la puso en práctica en la tierra por medio del sufrimiento, dice la Palabra, en Hebreos 5:8
“Y aunque era Hijo por lo que padeció, aprendió la obediencia”
Cada sufrimiento que soportó, maduro en obediencia y ningún tipo de sufrimiento lo hizo murmurar o rebelarse. Ahora no depende de que si hemos sufrido o no, sino depende de que si hemos aprendido a obedecer por medio de ese sufrimiento, pues cuántos cristianos hay hoy en día que todavía no aprenden obediencia, aún después de muchos años de creyentes. Aunque Satanás viola continuamente la autoridad de Dios y los hombres se rebelan contra El, aun así Dios establece Su Reino.
Jesús Hombre estableció el Reino de Dios en la esfera de su propia obediencia y nosotros que somos su Iglesia debemos de obedecer a fin de que prospere la autoridad de Dios y se manifieste su reino; Mateo 6:10; Lucas 17:21 dice;
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en él, cielo, así también en la tierra”.
“Ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros”.
Es el Señor mismo El Reino de Dios, y cuando El, está entre nosotros que somos su iglesia, y nosotros obedecemos a él, el Reino de Dios es manifestado. Es pues la Iglesia la esfera donde se ejerce la Autoridad de Dios, El desea que toda la iglesia le dé el lugar, la preeminencia en forma absoluta. Por nuestra obediencia, el Reino se extenderá en toda la tierra. Apocalipsis 11:15 habla:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
Cuando la iglesia haya obedecido verdaderamente, toda la tierra conocerá la autoridad de Dios.
AUTORIDAD DELEGADA:
Todas las autoridades que gobiernan, son instituidas por Dios, son comisionadas por El y representan su autoridad, por consiguiente, los que han sido establecidos por Dios deben ejercer la autoridad como representantes suyos. Esto nos da a entender que no hay lugar para escoger entre la autoridad directa de Dios y su autoridad delegada, pues tenemos que obedecer a ambas ya que aquel que resiste a las autoridades que Dios ha establecido, resiste la autoridad misma de Dios pues Romanos 13:1 dice:
“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”.
No hay nadie que sea apto para ser autoridad delegada de Dios a menos que primero sepa estar bajo autoridad. Nadie sabe ejercer la autoridad hasta que ha tratado con su propia rebelión.
LA AUTORIDAD DELEGADA:
Debe saber que toda autoridad viene de Dios: Ella misma no es autoridad, ni nadie puede hacerse autoridad. Por consiguiente su opinión, sus pensamientos no son mejores que los de los demás. Su autoridad se debe a que está en una capacidad representativa, y no que en sí mismos tenga mayor mérito que los demás. El que uno esté en autoridad depende de que conozca la voluntad de Dios. El que actúa como autoridad delegada de Dios tiene que conocer primero la voluntad y el camino de Dios antes de poder poner en vigor la autoridad. Todo lo que haga debe provenir de lo que hubo aprendido delante de Dios y lo que diga tiene que ser el resultado de las experiencias que tuvo con El.
Debe negarse a sí mismo: Tal persona aprenderá a conocer la voluntad de Dios y negarse a sí misma. Salvo que seamos completa mente quebrantados por el Señor, no somos aptos para ser autoridades delegadas de Dios. Pues Él nos llama a representar su autoridad y no a sustituirla. El Señor viene a ser el Soberano en su persona y posición. Por esto nunca consultará a hombre sino a Dios. Es necesario que todo en nosotros sea quebrantado, pues solo después del trato de Dios es que somos prudentes ya no abrimos fácilmente la boca para hablar, sino que viviremos en temor y temblor delante de Él. Lea salmo 19.
Debe mantenerse en comunión constante con el Señor: Esto implica no solo comunicación sino comunión. Los que abren la boca fácilmente están lejos de Dios, mientras los que están cerca de Dios actúan con temor piadoso. La autoridad recibida es esencialmente representativa, lo cual implica que es necesario vivir en la presencia de Dios, aprendiendo, siendo tratados, quebrantados para no olvidar que Él es la autoridad en esencia. Si se interrumpe la comunión cesa también la autoridad.
La farsa autoridad vs la verdadera Revelación: Para muchos, el que tal persona tenga personalidad, buena apariencia gran carisma, este cubierto de cosas elegantes y caras, que sea popular etc. o que sea elocuente, buen dirigente con firmes ideas se califica a tal. Como autoridad. Sin embargo éstas características representan a la carne, al mundo y no a la autoridad de Dios. Sin embargo hay una característica inherente en aquel que es la autoridad de Dios, y es la revelación. En el caso de Moisés y sus hermanos Aarón y María, éstos eran profetas, el Señor se manifestaba a ellos en sueños, visiones, pero era con Moisés con quien hablaba cara a cara, claramente y no por figuras. Son los que se encuentran cara a cara con Dios los que El constituye autoridades. La autoridad se fundamenta en la revelación de Dios, y la opinión que Dios tenga de una persona depende de tal revelación. Por consiguiente se califica a la revelación como la evidencia de la autoridad. Además la autoridad es para dar al pueblo una visión de Dios y no de uno mismo, por ello dice Colosenses 1:15-19:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud”.
Aquel que es autoridad delegada de Dios sabe "postrarse sobre su rostro" frente al ataque de los que le injurian, no solo por ser manso y benigno sino también por ser un intercesor de los que le injurian en Números 1-6:3-4 dice:
“Y se juntaron contra Moisés y Aarón.... Cuando oyó esto Moisés se postró sobre su rostro”.
Al que es autoridad delegada de Dios se le demanda obediencia absoluta. En la iglesia la sumisión a la autoridad debe de ser absoluta, igualmente, la actitud de temor y temblor en los que representan la autoridad debe ser también absoluta creo que el Ejemplo der Moisés, al ceder a su molestia que tenía por el pueblo, lo llevo a tener una actitud contraria a la de aquel que lo envió: Dios, por consiguiente lo estaba representando equivocadamente. Números 20:2, 7, 8, 10, 11, 12 dice:
“Y porque no había agua para la congregación se juntaron contra Moisés y Arón”.
“.... Moisés y Aarón......se postraron sobre sus rostros y la gloria de Jehová apareció sobre ellos”.
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara y reúne a la congregación, tú y Aarón tu hermano y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias”.
“Y LES DIJO: OÍD AHORA REBELDES ¿OS HEMOS DE HACER SALIR AGUAS DE ESTA PEÑA? ENTONCES ALZO MOISÉS SU MANO Y GOLPEÓ la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias”.
Vino la reprensión del Señor:
“Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto no meteréis ésta congregación en la tierra que les he dado”.
Moisés había representado mal a Dios por ese arranque de mal humor. El Señor no se había molestado con su pueblo, el hablarles de esa manera no provenía de Dios dando así una impresión equivocada de Dios al pueblo. Nótese que el pueblo se había rebelado contra Dios muchas veces pero Él fue paciente con ellos. Moisés y Aarón cometieron un pecado y fueron disciplinados por Dios: no entrarían en Canaán. Lucas 12:48 dice:
“A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá”.
Cumplimiento de la disciplina: Números 20:23-28:
“Y Jehová Habló a Moisés y Aarón en el monte de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, diciendo: Aarón será reunido a su pueblo, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla. Toma a Aarón y a Eleazar su hijo y hazlos subir al monte de Hor, y desnuda a Aarón de sus vestiduras, y viste con ellas a Eleazar su hijo, porque Aarón será reunido a su pueblo y allí morirá. Y Moisés hizo como Jehová le mandó.... Y Moisés desnudó a Aarón de sus vestiduras y se las vistió a Eleazar su hijo; y Aarón murió allí en la cumbre del monte...”.
Aarón murió cuando fue desnudado de sus vestiduras santas. Esto nos da a entender que su vida era sostenida por el servicio. La vida de uno que sirve a Dios llega a su fin cuando termina su servicio. Continuó el juicio de Dios: Deuteronomio 32:48-52
“Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo....” “y muere en el monte al cual subes.....”
“por cuanto pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel....”
“Verás por tanto, delante de ti la tierra....” (Juicio con misericordia) más no entrarás allá, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel”. Deuteronomio 34:5, 6 “Y murió allí Moisés siervo de Jehová en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, (¿Quién? Su Señor y Amo) en la tierra de Moab de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy”.
Muchas veces en tiempos pasados Moisés y Aarón habían intercedido por el pueblo, pero ellos no intercedieron por ellos mismos. Decidieron callar y permitir que Dios sea santificado, por el pecado que ellos cometieron en representarle mal.