
vISITANTE N°
La verdad hace libre
JESUCRISTO COMO SIERVO
SIENDO HIJOS PARA SER SIERVOS:
El Señor Jesús durante su Ministerio en la tierra desaprobó una actitud de aquellos que le seguían y en Lucas 6:46 dice:
“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”.
En éste versículo podemos notar un contraste; la confesión de aquellas personas al llamarle Señor, Señor, no concordaba con la actitud de las mismas, es decir: Si le llamamos Señor a alguien es porque hemos reconocido en esa persona una autoridad, una soberanía; cualidades ausentes en nuestra persona. Todo esto nos lleva a postrarnos delante de Aquel al cual le hemos llamado Señor y rendirle una total y absoluta obediencia. Sin embargo esto no sucedía con aquellos que seguían al Señor Jesús y es por esto que tuvo que llamarles la atención. Estos hechos hacen que hagamos un alto en nuestro andar y que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Cómo estoy sirviendo al Señor? Pues si lo he calificado a Jesús como “Señor de mi vida”, he determinado que Él es el Amo y que yo soy el Siervo. “Además el significado común que se tiene de este término se identifica a la figura de una persona ignorante, objeto de maltrato, carente de dignidad humana, sin voluntad ni propósito en la vida, sin estima de sí mismo”. A pesar de esto, es común escuchar en las diferentes predicas el vínculo existente entre siervo y líder, pues de acuerdo al entendimiento que se tiene de siervo, estos dos términos distarían el uno del otro. Para entender sobre este respecto es necesario observar como Jesucristo lo llevo a cabo en su propia naturaleza y llamado: Nuestro Señor Jesucristo dice en
Marcos 10:44:
“....y el que de vosotros quiera ser el primero, será SIERVO de TODOS”
Esta palabra Griega 1401 “DOULOS” viene de la 1210 que significa: “Atar en varias aplicaciones ya sea literal o figurativamente, estar en atadura, atado o viento, frecuentemente en un sentido de sujeción”. Entonces si sentimos que el Señor nos ha llamado a servirle, implica que debemos de hacerlo bien, debemos saber en qué nos estamos involucrando, es decir, tenemos que haber cavado profundamente en este terreno llamado Servicio y haber hallado el fundamento en el cual descansa este edificio. Cuando cavamos y hallamos el fundamento nos damos cuenta que no podemos guiarnos de ningún otro modelo por ejemplo: Hebreos 3:5 dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba decir...”.
Sin embargo Moisés golpeó la roca y no pudo entrar con los hijos de Israel a la tierra prometida, sino que solo se le permitió verla, debido a su actitud. El fundamento es Cristo Hijo de Dios, modelo perfecto de Servicio al Padre, y en éste fundamento habremos de profundizar. Al escudriñar toda obra que hizo Jesús en la tierra, he encontrado que no la hizo guiado por un impulso impetuoso, sino lo hizo motivado por un sentir en Filipenses 2:5 habla:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús..”.
Por consiguiente “Este sentir" uno en particular, no varios sentir, sino un único sentir que lo motivó a hacer todo cuanto hizo. Ahora, éste sentir no puede ser entendido por todos: I Cor 2:14 dice:
“Pero el hombre natural, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
De aquí salta la pregunta: ¿Qué tipo de personas somos? ¿Naturales o Espirituales? veamos cómo se comporta el espiritual:
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“Vs. 15: En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”.
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“Vs. 16: Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.
Cuando se habla de mente se habla de sentir. Ahora, el sentir, la mente es de Él, pero nosotros al venir a ser suyos nos ha hecho partícipes de su sentir; solo queda en nosotros el dejar fluir ese sentir o truncarlo. Pablo habla de éste sentir de Cristo en Filipenses capítulo 2:
“Vs. 1: Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañables, si alguna misericordia”.
En otras palabras, Si has experimentado a Cristo, si tienes una vivencia con El, entonces:
“Vs. 2: Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa”.
Nos damos cuenta, estamos enfocados en los textos, no hay lugar a dos sentires, solo a uno:
“Vs. 3: Nada hagáis por contienda o por vanagloria antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.
Es aquí donde se lleva a la práctica este sentir de Jesucristo: “Sintiendo lo mismo”:
“Vs. 4: no mirando cada uno por lo suyo propio (¿De qué manera?) Sino cada cual también por lo de los otros”.
Jesús nos responde en Marcos 10:45: “Porque el hijo del Hombre no vino para ser servido sino para servir (no mirando cada uno por lo suyo propio) y para dar su vida en rescate por muchos (sino cada cual también por lo de los otros)”.
Este versículo de Marcos 10:45, nos muestra que la misión que él vino a realizar en la tierra, la hizo en calidad de Hijo, pero con un corazón de Siervo. Este corazón de Siervo no es otra cosa que la consecuencia de su sentir. Recalco que en Filipenses 2:5 dice "Haya, pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, ¿Qué sentir? Vayamos pues a definir este único sentir en el Vs.6 dice:
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”.
Hemos dicho que el fundamento es Cristo Jesús, por lo tanto él es el modelo perfecto de servicio. Entonces solo queda la alternativa: Sirves a Dios aferrándote a lo que eres o sirves a Dios despojándote de lo que eres, recuerda que el modelo es Jesús, que hizo él, el Vs.7 y 8 dice:
“sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Entonces Jesús como Hijo sirvió con corazón de Siervo a su Padre, porque tuvo un precioso sentir: Se despojó, se vació de lo que Él era, no se aferró a su gloria, a su divinidad sino que en obediencia absoluta se sujetó a la Autoridad de su Padre; en Juan 14:28 dice: "El Padre mayor es que yo". Y es que la Deidad se puso de acuerdo y, establece que el Padre sea la Cabeza y el Hijo responda en obediencia. Dios viene a ser emblema de autoridad y Cristo adopta el símbolo de obediencia. Este servicio divino fue llevado a cabo por
Cristo en total y absoluta obediencia a la Autoridad del Padre, en su calidad de Hijo con su condición de siervo, por esa preciosa relación de Padre e Hijo existente en ellos. Ahora, ¿Por qué Jesús tuvo este sentir de despojarse a sí mismo, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres?:
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Hemos dicho que Dios viene a ser emblema de Autoridad. Pero la autoridad no puede manifestarse en el universo sin la obediencia; es pues indispensable que Dios vea y halle obediencia en el Universo.
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Los ángeles y el hombre (seres creados) pecaron y se rebelaron contra la autoridad de Dios, por consiguiente, Dios no podía establecer su autoridad en los seres creados. Entonces, la Deidad por su anticipado conocimiento, acordó que la Autoridad sería correspondida por la obediencia del Hijo.
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Pero así como la muerte entró por un hombre (Adán), también por la obediencia de un hombre (Jesucristo), la Autoridad de Dios debe fundamentarse y como consecuencia de la obediencia de ese hombre entrará la resurrección de los muertos. Esto lo podemos ver en 1 Corintios 15:21-22
“Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos”.
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados”.
Ese hombre pues sería el Hijo, quien al vaciarse, al despojarse de su divinidad, de su gloria, tomó forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Lo maravilloso de este despojó de su gloria y de su divinidad es que nadie quien lo vio lo reconoció como Dios, a no ser que el Padre se lo revelara, y esto era absolutamente necesario por causa de poder identificarse con la necesidad de los hombres a los que vino a servir. En Hebreos 2:17-18 dice:
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo. Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”.
Y como hombre padeció y por lo que padeció aprendió obediencia. La obediencia fue puesta en práctica no en la gloria sino, en su sentir. Y al designarse a sí mismo El Hijo del Hombre, dice que no vino para ser servido sino para servir. Todo como consecuencia de su sentir Heb.5:8-9; Mr.10:45. Jesús el Hijo del Hombre, es el único hombre verdadero y cabal según el pensamiento de Dios; pues debido a su sentir pudo servir al Padre en una total y absoluta obediencia, pudiendo así establecer la Autoridad del Padre. Pero este nombre encierra también el escondido misterio de su relación con el Padre como Hijo. Jesús el Hijo del Hombre sirvió al Padre como Hijo con un corazón de Siervo fruto de ese sentir, pues al humillarse haciéndose símbolo de la obediencia glorificó a su Padre. En Mateo.26:63-64 él asevera estos títulos:
“Más Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús les dijo: Tú lo has dicho y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo”.
Nosotros, que hemos venido a ser hechos hijos de Dios por medio de recibirle y creer en su nombre, venimos a ser participantes del sentir de Cristo. Que como hijos podamos servir al Padre, no como esos siervos asalariados, sino como siervos o sea esclavos, los cuales habiéndonos despojado a sí mismos de nuestras glorias, de nuestros derechos aparentes y relativos, podamos glorificar al Padre mostrando su autoridad en la tierra por causa de nuestra obediencia.
CREYENTES COMO HIJOS Y SIERVOS:
Dentro de la esencia del llamado de Dios, en Cristo Jesús, debe de existir esta misma característica de ser siervo ya trazada en lo dicho anterior mente, debe de predominar en los corazones de muchos creyentes y especial mente ministerios. En Romanos 8:28-29 dice:
“Y sabemos a lo que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
Aquí salta una pregunta ¿Qué es lo que nuestro Padre celestial quiere desarrollar dentro de nosotros? Y la respuesta es la Imagen de su hijo, y ¿que vendría ser la imagen de su hijo? En Marcos 10:45 dice:
“Porque el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
Jesús vino a servir y a dar. El, está empeñado en desarrollar en su pueblo la misma cualidad de servicio y dádiva, que caracterizaron a su hijo. ¿Pero cuál es nuestra naturaleza? Tomaremos como ejemplo un episodio ocurrido en el Nuevo Testamento, Mateo 20:21:
“Entonces se le acerco la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se, se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
Si, analizamos el pedido de ésta madre. ¿En qué consistía? Ella quería fortalecer la imagen de sus hijos ante el público. Quería que la gente tuviera un alto concepto de sus hijos, los cuales habían dejado sus redes para entrar en este ministerio que atraía a las personas y a su vez ellos estaban entre los 12 que Jesús escogió.
Notemos ahora la reacción de los otros 10 discípulos acerca de este pedido en Mateo 20:24:
“Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos”.
¿Por qué se enojaron? Porque ellos estaban esperando lo mismo, solo que se les adelantaron los dos hermanos con el pedido de su madre, pero aquella gloria se encontraba en peligro y se podía perder por lo tanto reaccionaron, y manifestaron su verdad subyacente, su interés de posición, fama prestigio, cosas y deseos que el mundo otorga, pero aquí Jesús cambia sus cosmovisiones de cómo se vive en este reino, el Vs. 22 dice:
“No sabéis lo que pedís”.
Esa madre pensaba que realmente sabía lo que pedía, lo discípulos creían que el otro se les adelanto a su derecho porque creían que era gusto pedirlo, porque habían dejado todo y tenía que sacar algo a cambio. ¿De dónde salían esos deseos?, estaban cautivados por su mundo de soldados que portaban medallas, emperadores que lucían joyas en sus coronas, gobernadores cuyos esclavos los atendían en cada necesidad, y aún mercaderes que contaban con sus empleados y mucho dinero y ocupaban los mejores sitios en las reuniones de cualquier parte donde Jesús los llevo, ellos observaron todo eso y, así es como pensaban que era el reino que Jesús estaba predicando. No ha cambiado, esto se sigue observando en el mundo, por ello dice la escritura: 1 Jun.2:15 -17 Lea las citas Gal.6:14; Stg.1:27, 4:4.
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”.
Por lo tanto Jesús llamando a sus discípulos les muestra el contraste existente entre el modo de El de ver las cosas, y el sistema establecido del mundo en el cual ellos vivían y tenían que dejar, Mateo 20: 25-28 dice:
“Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Más entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (Mat.13:11; 1 Pedro.5:3, I Col.9:19-22), y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (esclavo), como el Hijo del hombre (Mat.8:20; Fil.2:7) no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”.
En el sistema del mundo secular, hay niveles distintos de autoridad y, la gente quiere llegar a ellos por causa de la autoridad que puede obtener hacia los demás y los beneficios económicos a obtener, es así como opera el sistema, pero Jesús dijo “Los que son grandes ejercen sobre ellas potestad”, pero luego agrega: “Más entre vosotros, no será así (la diferencia)” ¿En qué consistía entonces la diferencia? Simplemente que en la familia del reino de Dios, tiene que haber personas con las características de siervos. Esa es la única manera de llegar a la cumbre de su reino; “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”. Mas en nuestra sociedad, y aún en muchas iglesias y ministerios no se halla la conciencia de esta mentalidad de Jesús, pues abunda la tendencia de competir por el éxito y prestigio perdiendo así de vista nuestro llamamiento esencial como seguidores de Cristo. Tristemente se puede observar que las celebridades y los mandamás en la vida de nuestra iglesia dan las órdenes como si fuesen los señores de esta, olvidándose lo que menciona el Apóstol Pablo en Colosenses.1:15-18:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de él y para él, y él es antes de todas las cosas y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo tenga la preeminencia”.
Esta actitud, de querer tomar la posición que le corresponde a Jesús es lo que podríamos considerar el Síndrome de Diótrefes, en 3 de Juan Vs.9 dice:
“Yo he escrito a la iglesia, pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos no nos recibe”.
Cualquiera de nosotros podemos adquirir este síndrome de Diótrefes si no tenemos cuidado de adquirir este comportamiento de Ser Siervo de Cristo Jesús el Señor. El Señor no se opone a la existencia de un liderazgo, siempre y cuando sea un liderazgo con corazón de siervo, y este ejemplo podemos verlo en el Apóstol Pablo, quién a través de su vida nos muestra tres características del Siervo:
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HUMANIDAD TRANSPARENTE,
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HUMILDAD GENUINA,
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HONESTIDAD ABSOLUTA:
HUMANIDAD TRANSPARENTE:
En 1 Corintios.2:1-3 él expresa lo siguiente:
“Así que hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado, Y estuve entre vosotros con debilidad y mucho temor y temblor”.
Pablo estaba admitiendo delante de la iglesia de Corinto que él era débil, y que tenía mucho temor y temblor cuando se paraba delante de ellos. Pablo declara abiertamente su verdadera condición, tenía necesidades y las admitía. Los siervos hacen eso. Pablo no era una persona perfecta y él no lo oculto. Podemos corroborar este aspecto de él cuando declara en la 2° carta a los Corintios 10:10 la opinión que ellos tenían de él:
“Porque a la verdad dicen las cartas son duras y fuertes, más la presencia corporal débil y la palabra menospreciable”.
HUMILDAD GENUINA:
Pablo da esta característica en 1 Corintios.2:4-5 y él dice:
“Y ni mi palabra, ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres sino en el poder de Dios”.
Aquí Pablo no solo declara su falta de persuasión, sino la razón de ello “Para que los oyentes no se impresionen por la capacidad de él, sino por el poder de Dios”. Era pues su necesidad mostrar al Cristo viviendo en él, que al hombre. Dice Charles Swindoll, que cuando la gente sigue a líderes que están consciente de su imagen, estos líderes son exaltados y son colocados en pedestales y, cuando las personas siguen a líderes que tienen corazón de siervos, él Señor Dios es exaltado.
SINCERIDAD ABSOLUTA (INTEGRIDAD):
En la sinceridad no hay significados ocultos, hay ausencia de hipocresía de duplicidad, de juegos políticos y de superficialidad verbal. La sinceridad no manipula a otros. La “adulación” se ha definido como “manipulación” y no “Comunicación”; cuando se comienza a manipular a las personas en lugar de ministrarlos, dejamos de ser mayordomos fieles del evangelio y les robamos a las personas la oportunidad de tomar una decisión responsable sobre Cristo. Ejemplo de esto está en 2 Corintios.4:1-2 y 1 Tesalonicenses.2:3-4:
“Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido no desmayamos, antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la Palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios”.
“Porque nuestra exhortación no procedió de error ni impureza ni fue por engaño sino que según fuimos aprobados por Dios para que nos confíe el evangelio así hablamos, no como para agradarle a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones”.