
vISITANTE N°
La verdad hace libre
CIENCIA
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS -2
EL ÁRBOL DE LA VIDA SEGÚN DARWIN
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
Darwin escribió en El Origen de las Especies: «Considero a todos los seres no como creaciones especiales, sino como los descendientes lineales de algunos pocos seres» que vivieron en el distante pasado. Él creía que las diferencias entre las especies modernas surgieron primariamente por selección natural, o por supervivencia de los más aptos, y describió todo el proceso como «descendencia con modificación».
El árbol de la vida En contra de las predicciones de Darwin el registro fósil muestra la aparición de los grupos más generales de animales plenamente formados alrededor del mismo tiempo en una «Explosión Cámbrica», en lugar de una divergencia a partir de un antecesor común Naturalmente, nadie pone en duda que tiene lugar una cierta cantidad de descendencia con modificación dentro de las especies.
Pero la teoría de Darwin pretende explicar el origen de nuevas especies —de hecho, de todas las especies, por cuanto las primeras células emergieron del légamo primordial.
Esta teoría tiene la virtud de hacer una predicción: Si todos los seres vivos son descendientes por modificación gradual procedentes de una o de unas pocas formas originales, entonces la historia de la vida tendría que asemejarse a un árbol que se va ramificando.
Desafortunadamente, y a pesar de declaraciones oficiales, esta predicción ha resultado ser falsa en algunos aspectos importantes.
El registro fósil muestra la aparición de los grupos más generales de animales plenamente formados alrededor del mismo tiempo en una «explosión del Cámbrico», en lugar de una divergencia a partir de un antecesor común.
Esto Darwin lo sabía, y lo consideraba como una grave objeción a su teoría. Pero él lo atribuía a la imperfección del registro fósil, y creía que una investigación futura proporcionaría los antecesores que faltaban.
Pero el transcurso de un siglo y medio (150 AÑOS) de una recolección continuada de fósiles sólo ha servido para agravar el problema. En lugar de la aparición de ligeras diferencias al principio y luego el posterior surgimiento de diferencias mayores, las mayores diferencias surgen ya al mismo principio.
Algunos expertos en fósiles describen esto como «evolución cabeza abajo», y observan que contradice el patrón de «cabeza arriba» predicho por la teoría de Darwin.
Sin embargo, la mayoría de los libros de texto de biología actuales ni siquiera hacen mención de la explosión del Cámbrico, y mucho menos señalan al reto que significa para el evolucionismo darwinista.
Luego vino la evidencia procedente de la biología molecular. En la década de 1970 los biólogos comenzaron a contrastar el patrón del árbol ramificado de Darwin comparando moléculas en diversas especies. Cuanto más semejantes sean las moléculas en dos especies diferentes, tanto más estrechamente relacionadas se las supone.
Al principio este método parecía confirmar el árbol de la vida de Darwin. Pero al realizar los científicos más y más moléculas, descubrieron que diferentes moléculas daban resultados en conflicto. El patrón de ramificación del árbol que se infiere mediante una molécula contradice con frecuencia el patrón que se obtiene con otra.
El biólogo molecular canadiense W. Ford Doolittle no cree que el problema vaya a desaparecer. Quizá los científicos «no han alcanzado a encontrar el “verdadero árbol”», escribió en 1999, «no debido a que sus métodos sean inadecuados o porque hayan escogido los genes incorrectos, sino porque la historia de la vida no se pueda representar de forma adecuada como un árbol».
Sin embargo, los libros de texto de biología siguen asegurando a los estudiantes que el Árbol de la Vida de Darwin es un hecho científico abrumadoramente confirmado por la evidencia. Pero a juzgar por la verdadera evidencia fósil y molecular, es una hipótesis no acreditada disfrazada de hecho.

El árbol de la vida En contra de las predicciones de Darwin el registro fósil muestra la aparición de los grupos más generales de animales plenamente formados alrededor del mismo tiempo en una «Explosión Cámbrica», en lugar de una divergencia a partir de un antecesor común. ¿Y SI LO VOLTEAMOS?
TODOS SE PARECEN: LA HOMOLOGÍA EN LOS MIEMBROS DE LOS VERTEBRADOS
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
La mayoría de los libros de texto de biología muestran dibujos de extremidades de vertebrados que exhiben semejanzas en sus estructuras óseas.
Los biólogos anteriores a Darwin habían observado este tipo de semejanza y la habían llamado «homología», y la atribuían a una construcción sobre un arquetipo o diseño común. Pero en El Origen de las Especies Darwin argumentó que la mejor explicación para la homología es la descendencia con modificación, y la consideró como evidencia en favor de su teoría.
Los seguidores de Darwin se apoyan en las homologías para ordenar a los fósiles en árboles ramificados que supuestamente exhiben relaciones de antecesores y descendientes.
En su libro de 1990, Evolution and the Myth of Creationism [La evolución y el mito del creacionismo], el biólogo Tim Berra comparó el registro fósil con una serie de modelos de automóvil Corvette: «Si uno compara un Corvette modelo 1953 y un Corvette modelo 1954, poniéndolos juntos, y luego un modelo 1954 y un modelo 1955, y se sigue así, la evidencia de la descendencia con modificación resulta abrumadora» Comparación de un Chevrolet Corvette 1960 (arriba) con un Corvette Sting Ray Coupe 1963 (abajo) Ante la tremenda semejanza de dos Corvettes, el biólogo evolucionista Tim Berra afirma que la evidencia de la descendencia con modificación resulta abrumadora».
Sin embargo los ingenieros de General Motors afirman que las semejanzas entre ambos modelos se deben a razones de diseño, no a la evolución. Pero Berra se olvidó de un punto crucial, y evidente: Los Corvettes, que se sepa, no dan a luz a pequeños Corvettes. Lo mismo que todos los demás automóviles, están diseñados por personas que trabajan para las compañías automovilísticas. En otras palabras, hay una inteligencia exterior. Así, aunque Berra creía que estaba prestando apoyo a la evolución darwinista en lugar de a la explicación predarwinista, puso en evidencia, involuntariamente, que la evidencia de los fósiles es compatible con ambas cosas.
El catedrático de derecho (y crítico del darwinismo) Phillip E. Johnson lo designó como «La Bobada de Berra». La lección que debemos aprender de la Bobada de Berra es que es preciso especificar un mecanismo natural antes de poder excluir científicamente la construcción por designio como la causa de la homología. Los biólogos darwinistas han propuesto dos mecanismos: vías de desarrollo y programas genéticos.
Según el primero, las características homólogas surgen de células y procesos semejantes en el embrión; según el segundo, las características homólogas están programadas por genes semejantes.
Pero los biólogos han sabido durante cien años que las estructuras homólogas no las producen vías semejantes de desarrollo. Y han sabido desde hace treinta años que a menudo tampoco las producen genes semejantes. De modo que no hay ningún mecanismo demostrado empíricamente para establecer que las homologías se deban a una descendencia común en lugar de a un designio común.
En ausencia de mecanismo, los darwinistas modernos han pasado a definir la homología simplemente como semejanza debido a una descendencia común.
Según Ernst Mayr, uno de los principales arquitectos del moderno neodarwinismo: «A partir de 1859 sólo ha habido una definición de homólogo que tiene sentido en biología: Los atributos de dos organismos son homólogos cuando derivan de una característica equivalente del antecesor común»
En esto tenemos un caso clásico de razonamiento en círculos. Darwin consideraba la evolución como una teoría, y la homología como evidencia en favor de la misma. Los seguidores de Darwin dan por supuesta la evolución como si estuviese establecida de forma independiente, y consideran la homología como su resultado.
Pero entonces uno no puede usar la homología como prueba en favor de la evolución excepto razonando en círculos: La semejanza debida a la descendencia común demuestra la descendencia común.
Los filósofos de la biología han estado criticando este modo de hacer durante décadas. Como escribió Ronald Brady en 1985: «Al introducir nuestra explicación en la definición de la condición a explicar, no expresamos una hipótesis científica sino una creencia. Estamos tan convencidos de que nuestra explicación es verdadera que ya no vemos ninguna necesidad de distinguirla de la situación que estábamos intentando explicar.
Las empresas dogmáticas de esta clase han de dejar finalmente el ámbito de la ciencia» La homología ha resultado no ser prueba de la descendencia común, sino un problema para dicho concepto. De nuevo, ¿cómo afrontan los libros de texto esta controversia? Una vez más, la pasan por alto. De hecho, dan a los estudiantes la impresión de que tiene sentido definir la homología en términos de descendencia común y luego darle la vuelta y usarla como evidencia en favor de la descendencia común. Y a esto le llaman «ciencia».

NO HAY NADA QUE NO SE PUEDA PEGAR CON UN POCO DE COLA: LAS POLILLAS MOTEADAS DEL ABEDUL
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
Darwin estaba convencido de que en el curso de la evolución, «la Selección Natural ha sido el medio más importante, pero no exclusivo, de modificación», pero no tenía evidencia directa de esto.
Lo mejor que pudo hacer en El Origen de las Especies fue dar «una o dos ilustraciones imaginarias». Pero en la década de 1950, el médico británico Bernard Kettlewell proporcionó lo que parecía constituir una prueba concluyente de la selección natural.
Durante el siglo precedente, las polillas moteadas del abedul habían cambiado de ser de un color predominante claro a ser de color oscuro de manera predominante. Se pensó que el cambio había tenido lugar debido a que las polillas oscuras se camuflan mejor sobre troncos de árbol oscurecidos por la contaminación, y que son por ello menos susceptibles a ser devoradas por las aves predadoras. Para poner a prueba esta hipótesis de forma experimental, Kettlewell liberó polillas claras y oscuras en troncos de árboles cercanos en bosques contaminados y no contaminados, y luego observó mientras los pájaros devoraban las polillas más visibles. Como era de esperar, los pájaros comieron más polillas claras en el bosque contaminado, y más polillas oscuras en el bosque incontaminado.
En un artículo escrito para Scientific American, Kettlewell designó esto como «la evidencia que le faltaba a Darwin». Las polillas moteadas pronto se convirtieron en el clásico ejemplo de la selección natural en acción, y la historia sigue apareciendo en la mayor parte de los libros de introducción a la biología, acompañada de fotografías de las polillas sobre los troncos de los árboles.
Pero en la década de 1980 unos investigadores encontraron evidencia de que la historia oficial era defectuosa —incluyendo el hecho significativo de que las polillas moteadas no se posan normalmente sobre los troncos de los árboles. Más bien, vuelan de noche y aparentemente se ocultan bajo las ramas superiores durante el día. Al liberar polillas sobre troncos de árboles cercanos a la luz del día, Kettlewell creó una situación artificial que no existe en la naturaleza.
En la actualidad, muchos biólogos consideran nulos sus resultados, e incluso algunos incluso ponen en duda si la selección natural fue la responsable de los cambios observados. Así, ¿de dónde salieron todas aquellas fotografías que aparecen en los libros de texto de polillas moteadas sobre troncos? Se trata de un montaje.

Para facilitar las cosas, algunos fotógrafos incluso pegaron polillas muertas a los árboles. Naturalmente, aquellos que realizaron este montaje antes de la década de 1980 creían que estaban representando la verdadera situación de forma precisa, pero ahora sabemos que estaban en un error.
Sin embargo, un examen de pasada a casi cualquier libro de texto de biología actual revela que se siguen empleando todavía como evidencia de selección natural. En 1999, un escritor canadiense de libros de texto justificaba esta práctica: «Es preciso considerar la audiencia. ¿Cuán complicado lo quieres hacer para el principiante?», en palabras de Bob Ritter, citado en la publicación Alberta Report Newsmagazine de Abril de 1999. Los estudiantes de instituto «tienen todavía una mentalidad muy concreta en la forma que aprenden», proseguía Ritter. «Queremos comunicar la idea de la adaptación selectiva. Más tarde pueden considerar el trabajo de forma crítica.»
Por lo que parece, esto de «más tarde» puede llegar a ser mucho más tarde. Cuando el Profesor Jerry Coyne de la Universidad de Chicago se enteró de la verdad en 1998, estaba bien adentrado en su carrera como biólogo evolucionista. Su experiencia ilustra cuán insidiosos son realmente los iconos de la evolución, por cuanto extravían tanto a los expertos como a los principiantes.

