
vISITANTE N°
La verdad hace libre
CIENCIA
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS -3
PICOS Y PÁJAROS: LOS PINZONES DE DARWIN
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
Un cuarto de siglo antes de que Darwin publicase El Origen de las Especies, estaba formulando sus ideas como naturalista a bordo del barco británico de exploración H.M.S. Beagle.
Cuando el Beagle visitó las Islas Galápagos en 1835, Darwin recogió especímenes de la fauna y flora autóctona, incluyendo algunos pinzones.
Aunque los pinzones tuvieron en realidad poco que ver con el desarrollo de la teoría evolucionista de Darwin, han atraído una considerable atención de parte de los modernos biólogos evolucionistas como evidencia adicional de la selección natural.
En la década de 1970, Peter y Rosemary Grant y sus colegas observaron un aumento de un 5% en el tamaño de los picos después de una intensa sequía, debido a que los pinzones se quedaron sólo con semillas difíciles de partir.
El cambio, aunque significativo, era pequeño; sin embargo, algunos darwinistas pretenden que explica incluso el origen primero de la especie de los pinzones. Un opúsculo publicado en 1999 por la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos describe los pinzones de Darwin como «un ejemplo particularmente convincente» del origen de las especies.
El opúsculo cita el trabajo de Grant y explica cómo «un sólo año de sequía en las islas puede llevar a cambios evolutivos en los pinzones».
Dicho opúsculo calcula también que «si se dan sequías alrededor de cada 10 años en las islas, podría surgir una nueva especie de pinzón en unos meros 200 años».

Pero este opúsculo silencia que los picos de los pinzones revirtieron a la normalidad después que volvieron las lluvias. No hubo una evolución neta. De hecho, hay diversas especies de pinzones que actualmente parecen estar mezclándose mediante hibridación, en lugar de divergiendo por selección natural tal como lo demanda la teoría de Darwin.
La supresión de la evidencia para dar la impresión de que los pinzones de Darwin confirman la teoría evolucionista bordea la mala práctica científica. Según el biólogo de Harvard Louis Guenin (escribiendo en Nature en 1999), las leyes sobre títulos garantizados de los Estados Unidos nos proporcionan «nuestra fuente más rica de directrices experimentales» para definir qué constituye mala práctica científica.
Pero un corredor de bolsa que diga a sus clientes que se puede esperar de unas acciones determinadas que doblen de valor en veinte años porque subieron un 5% en 1998, a la vez que oculta el hecho de que las mismas acciones descendieron en un 5 por ciento en 1999, podría ser acusado de fraude con toda razón. Como escribió el catedrático de derecho de Berkeley Phillip E. Johnson en The Wall Street Journal en 1999: «Cuando nuestros científicos líderes tienen que recurrir a la especie de distorsión que llevaría a un corredor de bolsa a la cárcel, es que están en un verdadero aprieto.»

DE LOS SIMIOS A LOS HUMANOS
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
La teoría darwinista se manifiesta realmente de forma abierta cuando se aplica a los orígenes de la humanidad. Aunque apenas si mencionó este tema en El Origen de las Especies, posteriormente Darwin escribió con profusión acerca de esto en El Linaje del Hombre.
«Mi propósito», explicaba él, «es demostrar que no existe ninguna diferencia fundamental entre el hombre y los animales superiores respecto a sus facultades mentales» — incluso en lo tocante a la moralidad y a la religión.

Según Darwin, la tendencia de un perro a imaginar una agencia oculta en cosas movidas por el viento «se transmitiría fácilmente a la creencia en la existencia de uno o más dioses».
Naturalmente, ya mucho antes de Darwin existía el conocimiento de que el cuerpo humano forma parte de la naturaleza. Pero Darwin iba mucho más lejos. Lo mismo que los filósofos materialistas desde la antigua Grecia, Darwin creía que los seres humanos no son nada más que animales. Pero Darwin necesitaba evidencia para confirmar su conjetura.
Aunque los Neanderthales ya habían sido descubiertos, no se consideraban entonces como ancestros humanos, de modo que Darwin no tenía evidencia fósil a favor de su punto de vista. No fue sino hasta 1912 que el paleontólogo amateur Charles Dawson anunció que había hallado aquello que los darwinistas estaban buscando, en una cantera de grava en Piltdown, Inglaterra. Dawson había encontrado parte de un cráneo humano y parte de un maxilar inferior de forma simiesca con dos dientes.

No fue sino hasta cuarenta años más tarde que un equipo de científicos demostró que el cráneo de Piltdown, aunque quizá de miles de años de antigüedad, pertenecía a un ser humano moderno, mientras que el fragmento de la mandíbula era más reciente y pertenecía a un orangután moderno. La mandíbula había sufrido un tratamiento químico para hacerla parecer fósil, y sus dientes habían sido limados de forma deliberada para hacerlos parecer humanos. El hombre de Piltdown era un fraude.
La mayoría de los textos modernos de biología ni tan siquiera mencionan Piltdown. Cuando los críticos del darwinismo suscitan el tema, se les dice generalmente que este incidente sencillamente demuestra la capacidad de autocorrección de la ciencia. Y así lo fue en este caso —aunque la corrección se tomó más de cuarenta años.
Pero la lección más interesante que se puede aprender de Piltdown es que los científicos, lo mismo que cualquier otra persona, pueden ser engañados a ver lo que quieren ver. La misma subjetividad que preparó el camino para Piltdown sigue infestando las investigaciones acerca de los orígenes humanos. Según la paleoantropóloga Misia Landau, las teorías de los orígenes humanos «exceden con mucho a lo que se puede inferir del estudio de los fósiles solos y de hecho imponen una pesada carga de interpretación sobre el registro fósil —carga que queda aliviada al colocar los fósiles en estructuras narrativas preexistentes»
En 1996, el conservador del Museo Americano de Historia Natural, Ian Tattersall, reconoció que «en paleoantropología, las pautas que percibimos son probablemente tanto el resultado de nuestras actitudes inconscientes como de la evidencia misma»
El antropólogo Geoffrey Clark, de la Universidad Estatal de Arizona, se hizo eco de esta postura cuando escribió: «Seleccionamos entre conjuntos alternativos de conclusiones de las investigaciones siguiendo nuestros prejuicios y conceptos previamente asumidos»
Clark sugería que «la paleoantropología tiene la forma pero no el fondo de la ciencia»
Los estudiantes de biología y el público en general son raras veces informados de la profunda incertidumbre acerca de los orígenes humanos que aparece reflejada en estas declaraciones de expertos científicos. En lugar de esto, se les alimenta con las últimas especulaciones como si fuesen realidades. Y la especulación va generalmente ilustrada con fantasiosos dibujos de hombres de las cavernas, o con fotografías de actores humanos muy maquillados.

CONCLUYO CON ESTA PREGUNTA ¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?
LA SUPERVIVENCIA DE LOS MÁS FALSOS
Jonathan Wells, Doctor en Biología Molecular y Celular
La mayoría de nosotros supone que lo que oímos de parte de científicos es relativamente digno de confianza. Los políticos podrían distorsionar o empujar la verdad para respaldar un plan preconcebido, pero los científicos, se nos dice, tratan acerca de hechos. Sí, pueden equivocarse en ocasiones, pero la belleza de la ciencia es que se puede someter a prueba empírica.
Si una teoría está equivocada, esto lo descubrirán otros científicos que realicen experimentos independientes bien para reproducir o para refutar sus resultados. De esta manera se examinan constantemente los datos y las hipótesis se transforman en teorías ampliamente aceptadas.
De modo que, ¿cómo explicamos una distorsión tan extendida y duradera de los datos específicos que se emplean para respaldar la teoría evolucionista?
Quizá el evolucionismo darwinista ha adoptado una significación en nuestra cultura que tiene poco que ver con su mérito científico, sea éste cual sea.
Una indicación de ello se observó en la reacción casi universal y hostil contra la resolución de la Junta Escolar de Kansas de dar lugar a la disidencia en la enseñanza estándar de la evolución (mucha de la cual, como acabamos de ver, es sencillamente errónea).
Según los medios de comunicación, sólo los fundamentalistas religiosos ponen en duda el evolucionismo darwinista. Los que critican a Darwin, según se nos dice, quieren retrotraer a bombazos la ciencia hasta la Edad de Piedra y sustituirla con la Biblia.
El creciente cuerpo de evidencia que contradice a las pretensiones darwinistas es ignorado olímpicamente.
Cuando el bioquímico Michael Behe observó en el diario The New York Times el año pasado que la «evidencia» embriológica en favor de la evolución era un fraude, el darwinista de Harvard Stephen Jay Gould admitió que había conocido esto durante décadas (como se ha observado con anterioridad en el presente artículo), pero acusó a Behe de ser un «creacionista» por manifestarlo públicamente.
Ahora bien, aunque Behe respalda la idea de que algunas características de los seres vivos se explican mejor mediante un diseño inteligente, no es un «creacionista» en el sentido en que se emplea normalmente este término. Behe es un biólogo molecular cuyo trabajo científico le ha convencido de que la teoría darwinista no se ajusta a la evidencia observacional y experimental.
¿Por qué Gould, que sabe que los dibujos de Haeckel son una falsificación, descarta a Behe como creacionista por criticar dichos dibujos?
Sospecho que existe un interés activo aquí aparte del de la ciencia pura. Mi evidencia es el mensaje materialista más o menos explícito entretejido en muchos de los libros de texto.
El libro de Futuyma Evolutionary Biology es típico de esto mismo, al informar a los estudiantes que «fue la teoría de la evolución de Darwin», junto con la teoría de Marx acerca de la historia y la teoría de Freud acerca de la naturaleza humana «lo que proporcionó un trampolín crucial para la plataforma del mecanismo y del materialismo» que ha sido desde entonces «el escenario de la mayor parte del pensamiento occidental».
Un libro de texto cita a Gould, que declara abiertamente que los seres humanos no han sido creados, sino que son meramente las ramitas fortuitas en un árbol de la vida «contingente» (esto es, accidental).
El darwinista Richard Dawkins, de Oxford, aunque no en libro de texto, lo escribió de forma más contundente: «Darwin hizo posible el ser un ateo intelectualmente satisfecho»
Estos son puntos de vista evidentemente filosóficos más que científicos. Futuyma, Gould y Dawkins tienen derecho a expresar su filosofía. Pero no tienen derecho a enseñarla como si fuese ciencia.
En ciencia todas las teorías —incluyendo el evolucionismo darwinista— han de contrastarse mediante la evidencia.
Por cuanto Gould sabe que la verdadera evidencia embriológica contradice los dibujos falseados en los libros de texto de biología, ¿por qué no adopta un papel más activo en limpiar la educación científica? Las tergiversaciones y omisiones que he reseñado aquí son sólo una pequeña muestra. Hay muchas más.
Durante demasiado tiempo el debate acerca de la evolución ha dado como supuestos unos «hechos» que no son ciertos. Es hora de eliminar las mentiras que obstruyen la discusión de la evolución a nivel popular, y de insistir en que las teorías se ajusten a la evidencia. En otras palabras, es hora de hacer ciencia de la forma en que se supone que se debe hacer.
Agradecimientos: SEDIN
Título: La supervivencia de los más falsos Título original: Survival of the Fakest Autor: Jonathan Wells, Ph.D. De este artículo se extrajo los otros 7 artículos
Fuente: Survival of the Fakest, artículo aparecido originalmente en The American Spectator -Diciembre de 2000 / Enero de 2001 - con permiso del Instituto Discovery - Discovery Institute, www.discovery.org, Discovery Institute · 1511 Third Ave Suite 808 · Seattle, WA 98101 · EE.UU. de Norteamérica.
Traducción del inglés: Santiago Escuain
© Copyright 2005, SEDIN - todos los derechos reservados. SEDIN-Servicio Evangélico Apartado 126 17244 Cassà de la Selva (Girona) ESPAÑA
Se puede reproducir en todo o en parte para usos no comerciales, a condición de que se cite la procedencia reproduciendo íntegramente lo anterior y esta nota.
- See more at: http://www.creacionismo.net/genesis/Artículo/la-supervivencia-de-los-más-falsos#sthash.siKB2gtu.ROsSHjXp.dpuf